LA MIRADA DEL ALMA
LUIS MATEO DÍEZ.
1.- BIOGRAFÍA
Luis Mateo Díez nació en 1942, en Villablino (León) donde transcurrió su infancia hasta 1954, año en que la familia se trasladó a León. El contacto con el medio rural determinó en Luis Mateo una temprana disposición hacia lo imaginario, oral o escrito. Estudió Derecho en Oviedo y Madrid e ingresó en 1969 en el Cuerpo de Técnicos del Ayuntamiento de Madrid. En esta ciudad reside desde entonces, alternando la oficina con la creación literaria. Está casado y es padre de dos hijos.Entre 1963 y 1968, participó en la redacción de la revista poética Claraboya. Por ese entonces publicó sus primeros poemas. Sin embargo, su creación poética es efímera y deja paso definitivamente a la ficción narrativa. Su prestigio literario ha ido creciendo con la publicación de novelas, cuentos, microrrelatos, artículos, y otras obras de difícil adscripción genérica a medio camino entre la rememoración vivencial, la reflexión literaria, el ensayo y la ficción. La literatura de Luis Mateo Diez está centrada en la tradición fabuladora de Castilla y León, pero su trascendencia es universal Su primer libro de cuentos, Memorial de hierbas, apareció en 1973. Publicó luego las novelas Las estaciones provinciales (1982), La Fuente de la Edad (1986), con la que obtuvo el Premio Nacional de Literatura y el Premio de la Crítica, Apócrifo del clavel y la espina (1988), Las horas completas (1990), El expediente del náufrago (1992), Camino de perdición (1995), La mirada del alma (1997), El paraíso de los mortales (1998), Días del Desván (1999), Fantasmas del invierno (2004) y las fábulas reunidas en El diablo meridiano (2001) y en El eco de las bodas (2003), así como los libros de relatos Brasas de agosto (1989) y Los males menores (1993). Con La ruina del cielo (2000) obtuvo el Premio Nacional de Narrativa y el Premio de la Crítica.Ocupa el sillón “I” de la Real Academia Española desde el 21 de mayo de 2001.
RESUMEN
Es una novela muy corta, que trata de la historia de un personaje enfermo, recluido en un pabellón de convalecientes, que cuenta a dos compañeros una experiencia singular que abarca toda su vida. La personalidad del protagonista es compleja. La pobreza y abandono, por su orfandad, lo transforman en un hombre que «ha asumido el abandono como una actitud para perseverar en la vida, buscando el acicate de la dejadez para que las cosas nunca merecieran del todo la pena». De joven, y para olvidar el hambre, se recluyó en una casa de citas, donde vio a una niña, cuya mirada nunca ya olvidaría. Posteriormente consigue un buen trabajo como funcionario de correos, pero se escuda en una vida solitaria y monótona, sólo rota por la aparición casual de una mujer, llamada Olfina que viene a buscar un certificado a su oficina. Se trata de la niña que conoció de adolescente. La sigue varios días y se hacen amantes; pero su experiencia se torna triste y desgraciada, y huye a otra ciudad, tan gris y lúgubre como la anterior. Varios años después, conoce una prostituta, a la que, a su modo, también comienza a amar. Pero un día aparece la hija de ella; una niña cuya mirada le trastorna porque, en realidad, se trata de la nieta de Olfina. Entre esas dos miradas, han pasado cincuenta años.
El relato de Luis Mateo Díez da una maestría en el equilibrio entre creación de situaciones y verbalización de las mismas La voz del narrador, que se confunde a veces con la del protagonista, construye y habla con frases muy dichas, muy construidas, de tono marcadamente sentencioso, lo que nos acerca más a la reflexión que a la narración.
Pág. 25: “Ella, la niña que había seguido por el zaguán y las escaleras, tendía una mirada en la penumbra, y sus ojos .... ofrecían el reclamo de una misteriosa actitud, ese reclamo de la inocencia donde radica la mirada de lo que somos en la profundidad de nuestro corazón.”
Pág. 56: “La melancolía de mi carácter, aunque mi vida cambió mucho y aquellas carencias fueron sobradamente superadas, seguro que tiene que ver con el sentimiento de aquella desazón que alargaba las horas en un vacío resignado. Hasta puedo sentir el destello de una lágrima inocua cuando, en alguna de esas tardes, la resignación no era suficiente y el hambre se desbordaba como la pena que busca el alivio del llanto».
Pág. 138: “No pude renovar el recuerdo de aquella mirada antigua para comprender el misterio de su simetría, tampoco lograba evitar la zozobra de lo que la inocencia pudiera significar para alguien que nunca la había contabilizado entre las penurias de su existencia, tal vez porque la inocencia es un don excesivo para quienes sobrevivimos con tanta dificultad, un don que sólo merecen quienes tienen el corazón liberado de las ataduras del deseo”.
COMENTARIOS:
El grupo de lectura en esta ocasión lo formaron siete personas. La nota media obtenida, en escala de 0 a 10, fue de 6. Hubo una nota “máxima” de 8 y una nota “mínima” de 5.
A continuación se destacan algunos comentarios realizados sobre la novela comentada:
-“El libro refleja perfectamente el ambiente de miseria y pobreza de aquella época. El chico era huérfano, pronto dejó de estudiar con los curas y su tío le pagaba la pensión, y sobrevivía a duras penas con pequeños encargos. Esto debió de marcarle para llegar a tener una vida tan solitaria y encerrada.”.
- “Del contexto parece deducirse que estaba ingresado en una clínica para tuberculosos”
- “El relato de cuando perseguía a Olfina y la veía meter los pies en el vertedero del río es de lo que más me ha impactado del libro”.
- “ Comienza a contar la historia un amigo del protagonista y, en algún momento que no se precisa bien, el protagonista empieza a narrar en primera persona; por eso es muy difícil de leer”.
-“Me queda la duda de qué pueda significar la mirada de las niñas.
“Yo creo que es la inocencia, y la reflexión del narrador de que no puede mantenerse durante mucho tiempo ante la opresión y pobreza en que viven los protagonistas”.
domingo, 25 de enero de 2009
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